septiembre 23, 2017

Entrevista a Joanne Sandler "Realmente creo que este es un momento en que se expresan décadas de organización, de legado de feminista; es muy importante y es algo sobre lo que se construye".


Hace muchos años, cuando era hippie y viajaba por Oriente Medio, la neoyorkina Joanne Sandler comenzó a detectar cómo múltiples violencias afectaban a las mujeres aunque estas provinieran de diversos contextos, en distintos puntos del mapa. Fueron sus primeros llamados de atención. Una suerte hacerse consciente sobre cuán universal son las desigualdades de género.

Un poco más tarde, en España, cuando recién acababa el franquismo, se acercó a una organización feminista y desde entonces su compromiso, su pasión y su activismo los dedicó a la lucha por los derechos de las mujeres en diversos roles: trabajó en organizaciones de base y formó parte del ala “institucionalizada” del feminismo, ocupando cargos jerárquicos como la dirección ejecutiva de Unifem, hoy ONU Mujeres.

Tiene apenas un año más de la cantidad de países que visitó a lo largo de su carrera (65) y está llena de proyectos. Comanda junto a su amiga y compañera de activismo Idelisse Malavé Two Old Bitches, en español, algo así como “dos viejas putas” o “dos viejas zorras”: una serie de entrevistas (podcasts) a maravillosas mujeres que dedicaron su vida también a la lucha por la igualdad de género y que, además, rondan su edad.

Los provocativos diálogos los realizan en el piso que Joanne comparte con su compañero de la vida: un enorme y acogedor loft en pleno Soho de Nueva York, donde el vino y los bocados exquisitos son parte de esta especie de charla que lideran Joanne y Idelisse para bucear en el lado humano de las entrevistadas. Lo político y lo personal, como buenas feministas, nunca aparece escindido.

—¿Cómo surgió Two Old Bitches?

—En primer lugar, estábamos intentando recuperar y redefinir lo que significa bitch(puta/zorra), una palabra usada para denigrar a la mujer. Idelisse estaba haciendo un proyecto que se llamaba: “¿Quién es esa vieja zorra?” en el cual se tomaba fotos de partes de su cuerpo que lucían realmente viejas, cuello fofo, rodillas fofas, brazos fofos, todo eso. Hablábamos sobre cuán extraordinario es tener tantas amigas que vivieron sus vidas como activistas y que ahora están jubilándose, retirándose como trabajadoras dentro del campo de los derechos de la mujer o de la justicia social, todas recreando sus vidas, haciendo nuevas cosas, explorando nuevas ideas. Algunas convirtiéndose en actrices, otras en escultoras, otras en guionistas de teatro… Ese fue el génesis de la idea.




—Incluso, definen la palabra bitch con otras muy particulares. 

—Pensamos como el equivalente a “Estar en total control de ella misma” (en inglés, Being In Total Control of Herself como siglas de Bitch).

—¡Eso es imposible!

—Lo estamos intentando. La gente lo está intentando. Nuestra experiencia ha sido que las jóvenes aman Two Old Bitches. Aman usar la palabra, les encanta usar “puta/zorra” con ese significado. Tengo amigas de mi edad o un poco mayores que no están de acuerdo con que usemos la palabra. Inclusive una me dijo quisiera hablarle a mujeres acerca de tu programa pero realmente no quiero decir la palabra así que no le puedo decir nada a nadie.

—¿En serio? ¿Es una mujer que votó por Trump?

—Es feminista. Pero me dijo no creo que puedas resignificar la palabra.

—En la comunidad LGBTI sucede algo similar, se autodenominan con las palabras usadas para denigrarlos.

—¡Claro, para resignificarlas! Es exactamente lo mismo. También estamos intentando resignificar la palabra “vieja”.

—Recién escuché que le preguntabas a una de tus entrevistadas cómo o cuándo fue el momento en el que se convirtió en feminista. ¿Cómo fue tu proceso?

—Me convertí en feminista creo que cuando estaba viajando sola por Oriente Medio durante los años 70. Notaba que muchas hippies mujeres –yo era una hippie– que también estaban viajando solas, compartíamos las mismas experiencias de acoso sexual, de abuso sexual; no importaba si eras de Australia, Alemania, Colombia o Tailandia: era una experiencia muy común. No pensaba tanto en eso pero había algo. Después me fui a estudiar a España y tuve que hacer un reporte de cualquier cosa que yo quisiera, y existía este grupo llamado “La vanguardia”, uno de los grupos feministas pioneros después del régimen de Franco (que acababa de morir), por lo que iba a sus reuniones todo el tiempo. Fue ahí fue donde nació mi conciencia feminista.

—Aprendiste de otras feministas, es decir, fue un aprendizaje que vino de otras mujeres.

—Es un aprendizaje de otras mujeres y es también un salir de tu contexto. Yo estaba fuera de mi propio contexto, en otro país, escuchando historias acerca de abusos de los derechos de las mujeres fuera de mi lugar. Eso me permitió entender y ver el reflejo en mi propio contexto. A veces hay que irse.

—Mirar desde afuera.

—Exacto.

—Anoche caminaba por la quinta Avenida y vi una publicidad enorme de Dior en la vidriera de la lujosa cadena Saks con la leyenda “todos deberíamos ser feministas”. ¿Te parece que suma o es una trivialización de las consignas del movimiento feminista?

—No… Realmente no soy ese tipo de intelectual elitista. Pienso que mientras más personas digan que son feministas, más feliz seré. Necesitamos una gran carpa feminista en la que muchas personas puedan entrar. Todavía recuerdo, hace no mucho tiempo, seis o siete años atrás, teniendo debates con personas y amigas feministas que decían que los hombres no podían ser feministas.

—Es un debate que sigue vigente.

—Para mí está solucionado. Insisto, me gustaría ver una gran carpa feminista. Entiendo que hay feministas liberales, feministas socialistas, feministas pasivas, estoy de acuerdo con eso. Quiero que se dé esa carpa feminista, y si Dior quiere invitar a la gente que camina por la quinta Avenida a que se identifique con ser feminista, me hace muy feliz.

—¡Bienvenida Madonna, bienvenida Emma Watson!

—Absolutamente. ¡Bienvenido Justin Bieber! 

—Has escuchado acerca de Ni una menos en Argentina y América Latina. Se realizó una enorme manifestación contra Trump al día siguiente de su asunción, denominada Marcha de las Mujeres. ¿Crees que los movimientos de mujeres son los más organizados en términos de resistencia a los gobiernos de derecha en el mundo? 

—Realmente creo que este es un momento en que se expresan décadas de organización, de legado de feminista; es muy importante y es algo sobre lo que se construye. Al mismo tiempo, también otros movimientos de justicia social, ya sea el movimiento anti racismo, el movimiento LBGTI, movimientos que incluyen cambio climático y sustentabilidad, también son fuertes. Hay muchas feministas en esos movimientos y lo que estamos viendo es que hay mucha gente que se alía con otros movimientos que a la vez son también feministas. Entonces, lo que estamos viviendo es una unión de movimientos y el liderazgo de mujeres en muchos movimientos de justicia social que están comenzando a tener más presencia y a generar más impacto. Ambas cosas son ciertas. El liderazgo de personas que creen y pelean por los derechos de las mujeres en estos tiempos tan particulares, en los cuales los valores patriarcales misóginos están siendo promovidos por populistas, es algo sumamente importante y pienso que este es uno de los motivos por los que la Marcha de las Mujeres resonó tanto. Al mismo tiempo, sabíamos que esto no podía ser solamente una marcha de mujeres, y no fue una marcha de solo mujeres, fueron mujeres que convocaron una marcha a la que fue todo el mundo.



—¿Qué efecto tendrá el nuevo gobierno estadounidense sobre los derechos de las mujeres? ¿Impactará sobre su vigencia?

—Pienso que ya lo está haciendo. Me refiero a que si van a suspender los fondos para Planned Parenthood (programa de planificación familiar), habrá un escrutinio para descalificar lo relacionado a los derechos reproductivos y salud reproductiva que hoy muchas jóvenes toman por sentado. Esto va a afectar a todos, sobre todo a mujeres pobres y a las familias, por lo que ya está teniendo un impacto realmente devastador en algunos grupos particulares, en mujeres inmigrantes y, también, fuera de las fronteras de los Estados Unidos. ¡Gracias a dios los holandeses y otros países están haciendo lo contrario! Existe esta campaña llamada “Ella decide” que está recaudando fondos para sustituir el dinero que Estados Unidos va a suprimir a los programas de planeación familiar. Al mismo tiempo, deberíamos recalcar que cuando hay un gobierno ensañado con los derechos de las mujeres, nuevas oportunidades se abren… Estuve hablando con mujeres veinteañeras, quienes por lo general no son tan políticamente activas, y cuando estaba la amenaza de la posible elección de republicanos de ultra derecha les decíamos cosas como tienes que salir, ser activista y movilizarte porque son tus derechos reproductivos los que te serán arrebatados, tu decisión de decidir tu propia salud reproductiva, tu derecho de abortar te será arrebatado. Ellas me respondían: ¡Eso nunca va a pasar!

—Los derechos no se pueden dar por sentado.

—A lo que me refiero es que hay un rayo de luz en la nube en el sentido de que es un despertar para muchas personas que tomaban ciertas cosas por sentado. Ves personas que nunca habían sido políticamente activas saliendo y afianzando su voz política. Es muy emocionante.

—Es histórico, una especie de bisagra. Y uno se entristece y, al mismo tiempo, se llena de esperanza.

—Estoy completamente de acuerdo. Lo sé, el vínculo con la teoría y la determinación de querer cambiar el curso de la historia porque no vemos que la historia esté yendo en buena dirección.

—Aún es necesario ser feminista.

—Es esencial.

—Mucha gente dice, bueno pero ya tienen todo, ya tienen los mismos derechos.

—Es muy frágil, y es lo que estamos viendo. Mi madre tiene 87 años y me dice ¿Por qué sigues saliendo a la calle? Ya ganaste, ¡se acabó! Es un pensamiento muy ingenuo. El patriarcado es muy fuerte y es muy resiliente. Ha estado vigente por siglos y siglos. No se cambia en 30 años.


Por Laura Leonelli Morey
Fuente: http://revistabravas.org

Sí a la Diversidad Familiar!
The Blood of Fish, Published in